Bibiana es una ministra también De la Vogue. Socio-fashion. Posh modernista. De yo arreglo esto de buen rollo. El mundo es algo que va mal porque hombres y mujeres son imbuidos por esta sociedad de unos roles negativos. Y ya se sabe que los roles se quitan y se ponen. Si no hay más toreras en la plaza ni más chicas motoristas arriesgando la vida en los circuitos es porque la sociedad lo impide con prejuicios decimonónicos. Aquí se monta un ministerio que haga pedagogía de la Igualdad y, en dos días, a las "mujeres desesperadas" las vemos rompiéndose las uñas "al filo de lo imposible". Nos gusta el hombre fuerte, protector, viril, más alto que nosotras -desde luego-, barba cerrada, que tenga lo que hay que tener para los negocios y las empresas. Que busque el éxito. Pero que sea dulce, sensible y no se avergüence de llorar. Que agarre la escoba con gracia y que planche como los ángeles. Que sea megasexual y metrosexual. Todo a la vez.
Según tienen entendido esos posh, hombres y mujeres son iguales y las diferencias que vemos son resultado de una desafortunada educación. Y van a educarles a ellos. Para que aprendan les sale más caro agredir a la pareja. Y la Constitución que diga misa. Y se les pone un teléfono, por si en plena ofuscación les da por acordarse y “canalizar” por ahí su agresividad. Por un lado creen que la tabla está rasa y niegan la diferencia entre sexos. Por el otro creen que está scripta y convierten a todos los hombres en una masa de carne idéntica (en agresividad de género, consustancial en la cosa de ser hombre). La Ley de Protección Integral contra la Violencia de Género no ha impedido que siga habiendo violencia doméstica, con el más fuerte abusando del débil. Hay quien habla de portentoso fracaso. Los juzgados están desbordados de demandas. Pero eso no les amilana en absoluto. Es más, apuntan más alto. Ahora van a crear “otro modelo de masculinidad”. Igual empiezan por el telefonillo y, si con eso no basta, les envían una muñeca hinchable a todos los frustrados para que “canalicen” con ella lo que haya que canalizar.
A mí, como mujer rodeada de hombres maravillosos (aunque no siempre ha sido así, claro. Esto no es disneylandia), me da vergüenza que se les trate como la parte demoníaca y aberrante de la sociedad. Sobre los maltratadotes ha de caer la ley con toda severidad. Y, si por mí fuera, muchos no saldrían de la cárcel. Pero me parece esperpéntica la imagen de esta chica alegremente vestida de rojo dictaminado soluciones de Srta. Pepis y con responsabilidad y presupuesto para cuestiones de gran calado para las que no tiene ninguna preparación. Sólo desde la progresía más caduca es posible plantearse 1) que haya que cambiar la feminidad y la masculinidad que hoy impera sin matices 2) que para eso baste un ministerio. Los hombres y las mujeres nos hemos hecho los unos a los otros durante centenares de miles de años. Unos somos resultado de los otros. Por ejemplo, y sin querer mostrarme como una vulgar interesada, el macho humano tiene un pene de una largura, grosor y flexibilidad que no lo tiene ningún otro primate. Y los investigadores se inclinan por una selección sexual progresiva antes que por una selección entre machos por motivos de estatus o de poder. Vigila, niña Aído, que en el lote “masculinidad” van muchas cosas. Igual te encuentras con que el nuevo modelo no tiene pilas y ya no puedes cambiarlo.
(Leído en mujer pez).
domingo, 5 de abril de 2009
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