Interesante artículo publicado en el dominical de El País sobre la prostitución. Igual que a su autor Javier Marías, siempre me ha llamado la atención con la que el feminismo condena el ejercicio libre (la esclavitud sexual es condenable sin matices) de este trabajo. Eso sí, no parece que le preocupe demasiado cuando son los hombres los que se prostituyen. Yo por lo menos no he escuchado a Lidia Falcón o portavoces de Themis quejarse por el envilecimiento que supone ser chaperos. Un nuevo caso de flagrante sexismo (en este blog, publicidad que discrimina podéis ver otro).
Las personas que ejercen libremente la prostitución a fin de cuentas, alquilan su cuerpo o partes de él como lo hacen otras profesiones que el autor expone. Al puritanismo feminista le escandaliza la mujer que elige ser puta, pero le parece razonable que el 95% de los accidentes laborables sean cosa de hombres, como el Soberano.
domingo, 22 de marzo de 2009
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La prostitucion no es buena, es una lacra. Pero ha existido y existirá. Mientras una mujer ofrezca tener sexo con ella a cambio de dinero. O mientras una mujer acepte el ofrecimiento de dinero a cambio de sexo.
ResponderEliminarAhora bien, lo de explotadas será dentro de su organización o por el casero, que una prostituta normalita gana en 30 minutos lo que su cliente en 600. En el aspecto económico, la prostituta abusa del cliente. Las feminas siempre han puesto muy alta la tarifa, a pesar de que les gusta el sexo tanto como a los hombres. Antes se comprendía porque se valoraba la familia, el honor, etc. Hoy en día, porque siguen poniendo tan caro a los hombres aquello que ellas buscan tanto como ellos, el sexo. Son rémoras del patriarcado, la familia, el honor, las mujeres fuera del mercado laboral, etc. Pero el feminismo sigue queriendo conservar estos, privilegios, estos cínicos precios de explotadoras. Por la vía legal como por la vía de la prostitución. ¿Porque ellas lo valen? No porque en general el hombre sigue siendo un caballero y ellas, unas profesionales. Pura explotación masculina.